«…la clase magistral que dicen que dio Augusto Monterroso en Madrid. Digo ‘dicen’ porque yo no asistí, y solo cuento lo que me contaron. Que los asistentes se ponían en pie, leían sus textos y esperaban la respuesta de Monterroso, esperaban la respuesta de Monterroso, esperaban la respuesta de Monterroso. En vano. Monterroso nunca respondía. Permanecía en silencio y daba paso al siguiente cuento. Así hasta que se produjo un pequeño conato de rebelión en el que no corrió más sangre que la tinta. ¿Qué pasó aquel día? ¿Es que don Augusto estaba afónico, estaba hasta las narices o es que nos quiso decir algo con su silencio? Sin datos suficientes para descartar las dos primeras opciones, apuesto por la última. Quiero pensar que Monterroso nos vino a decir que la única forma de enseñar a escribir es enseñar a escuchar (leer) a los otros y enseñar también a escucharse (leerse) a uno mismo».
Isabel González en la revista Internacional Microcuentista
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